Las dificultades propias de la maternidad desde el relato de otras mujeres.
La experiencia de la maternidad suele ser pensada como una experiencia exclusivamente física frente a lo cual los médicos y la sociedad han creado toda una serie de dispositivos para atenderla apropiadamente, sin embargo, parece que la experiencia mental-emocional, quedara totalmente excluida de este espectro. ¿Y qué tal si pensamos, que la experiencia de la maternidad es primordialmente emocional?, ¿Qué tal si abrimos un espacio para acoger los estados mentales de la madre?, ¿Qué tal si damos un espacio para pensar el embarazo mental?.
En este artículo quisiera abordar algunas de las dificultades que acontecen en la mente de la madre y, bajo el foco de mi experiencia como terapeuta y las investigaciones hechas en este campo, ofrecer algunas alternativas (diferentes a las tradicionales) para dar solución a estas situaciones.
Recuerdo que una paciente llamada Mariela me decía una vez: “A mi se me pasaban mil cosas por la mente cuando estaba embarazada, muchas de esas cosas a veces giraban en torno a si iba a ser o no buena madre, si iba a poder con esa responsabilidad, si mi hij@ iba a gustar de mi o no (…) incluso a veces no me sentía cómoda con el embarazo, a veces dudaba si quería o no tener el bebé, a veces me frustraba con el cansancio físico y el malestar que sentía y quería renunciar a todo por un momento, a veces me preguntaba si yo sí quería estar embarazada en absoluto (…)la verdad nunca resolví esas dudas estando embarazada, todo se fue dando con el tiempo y la terapia, pero lo que sí pude identificar fue que era muy difícil para mí darme el permiso de pensar estas cosas, de sentirlas”.
““A mi se me pasaban mil cosas por la mente cuando estaba embarazada, muchas de esas cosas a veces giraban en torno a si iba a ser o no buena madre, si iba a poder con esa responsabilidad, si mi hij@ iba a gustar de mi o no…”
Al igual que Mariela, muchas madres no se sienten autorizadas para acoger sentimientos negativos asociados con la experiencia de la maternidad, sobre ellas cae un peso enorme que responde a las exigencias de la sociedad y del modelo médico tradicional que les impide conectarse con lo que ellas verdaderamente necesitan. Frases tan sonadas como: “No hagas eso que le puede hacer daño al bebé ¡ Cuidado con eso, si te sientes mal, eso todo se le va a pasar al bebé ¡ mucho cuidado con tener problemas de pareja, los sentimientos negativos pueden afectar al bebé”. ¡En todas ellas vemos que el énfasis está puesto en el futuro bebé, y en la enorme responsabilidad que tiene la madre de ser literalmente perfecta!! Así resulta muy fácil que una mamá cierre la posibilidad de conectarse consigo misma y su experiencia emocional más profunda. A veces las madres están físicamente embarazadas, pero obstruidas en su embarazo mental.
“No hagas eso que le puede hacer daño al bebé ¡ Cuidado con eso, si te sientes mal, eso todo se le va a pasar al bebé ¡ mucho cuidado con tener problemas de pareja, los sentimientos negativos pueden afectar al bebé“
Por el contrario, la experta Nathalie Nanzer nos habla de alternativas muy distintas que posibilitan una maternidad sentida y real. Los estudios señalan que existe otra posibilidad, otra puerta distinta, una manera más genuina de vivir la maternidad, y que en lugar de afectar al bebé que está por venir, mejoran la conexión emocional con él o ella y permiten que las emociones de la madre estén al servicio de su propio bienestar y del bebé.
Investigaciones como las de Elizabeth Meins (Sintonización sensible a los estados internos de los bebés) señalan que la apertura para reconocer sentimientos perturbadores o dudas en la mente de la madre abre la posibilidad para abrazar estos sentimientos y empezar a rastrear su origen, que bien puede estar relacionado con la propia infancia, las herencias familiares, la experiencia del cuidado etc.
Al mismo tiempo, la posibilidad de reconocer las emociones puede disminuir las ansiedades y el sentimiento de culpa que es uno de los fenómenos que más afecta a la mente de la madre; el asunto vital acá es que justamente cuando hay un sentimiento de culpa atascado en el interior de la mente, la madre se restringe a sí misma de hacer un uso activo de sus facultades y recursos que bien podrían beneficiar al bebé y a su vínculo con él, pero que, debido al miedo o la presión social y médica, quedan sofocados o dejados de lado. Así la culpa o la inseguridad arrebata las herramientas disponibles que residen en el interior de la madre.
Recuerdo a una paciente llamada Paula que sentía mucha presión de parte de su suegra, pues sentía la necesidad de cumplir sus estándares tradicionales de maternidad, lo cual resultaba sofocante por momentos; con el tiempo le resultaba muy difícil tomar decisiones por su cuenta y encontraba muy desagradable hacer espacio a sus propios sentimientos. Me decía: “Por esa época incluso ni siquiera lloraba ni nada porque tenía como miedo a sentir y que le hiciera daño al bebé, pero la verdad me sentía perdida y sentía que nada de lo que hacía estaba bien”.
“Por esa época incluso ni siquiera lloraba ni nada porque tenía como miedo a sentir y que le hiciera daño al bebé, pero la verdad me sentía perdida y sentía que nada de lo que hacía estaba bien”
Luego con el paso del tiempo y la terapia Paula empezó a escucharse más a sí misma, a acoger las emociones más difíciles, dándose cuenta que sus preocupaciones le impedían conocer a su bebé, al bebé que era suyo y tenía en brazos, emprendiendo acciones erráticas para atender al bebé que su suegra había dibujado en su mente. Así, poco a poco fue rescatando experiencias muy valiosas en terapia, en donde evocaba episodios de cuidado con sus padres, allí fue donde empezamos a ver experiencias de cambio emocional, experiencias que transformaron la frustración y la confusión en crecimiento. Al final, Paula pudo darse cuenta que los recursos residían en su interior, y que la terapia permitía tan sólo descubrirlos con un nuevo brillo y confiar más en sí misma.
En suma, podemos decir que un embarazo mental más sano y honesto implica el reconocimiento de estas emociones y el encuentro con un espacio apropiado para expresarlas y empezar a elaborarlas; para ellos podemos pensar en algunas alternativas distintas ofrecidas por la medicina tradicional.
- La primera de ellas, como ya lo he mencionado, es el proceso psicoterapéutico, entendido como un espacio de liberación y conexión emocional en compañía de un profesional que facilite la elaboración de estos sentimientos. Desde este enfoque re-pensamos el embarazo mental como una experiencia más amplia que merece un espacio particular, y no consideramos la terapia como un instremos para aquella mujer que “está loca o enferma” sino que por el contrario es un espacio para las mujeres que quieren sacar lo mejor de sí misma y evolucionar en ese proceso de ser madre.
- En segundo lugar encontramos los círculos de palabra o comunidades de madres que funcionan como grupos de charla abierta entre mujeres que están pasando por la misma experiencia y que abren un espacio de mutua confianza, empatía y escucha, con el fin de dar inicio a la elaboración de aspectos de la maternidad. Algunos de estos espacios son ofrecidos en programas de bebé canguro en donde se abren estos conversatorios para todas las madres que deseen participar, o en algunas clínicas en donde posibilitan el espacio de conversación para madres gestantes y lactantes, con el fin de ir más allá del curso psicoprofiláctico tradicional.
- En tercer lugar encontramos la atención personalizada de una acompañante del proceso de embarazo y gestación, mejor conocida como Doula. Estas mujeres, si bien no son psicoterapeutas, están capacitadas par acompañar el proceso del embarazo de forma empática y comprensiva, ayudando a la madre con todo lo que va requiriendo con el paso de de las semanas y la maduración del embarazo. Con ellas es posible también entablar momento de charla íntima en donde es posible para la madre abordar los estados mentales que la embargan y que en ocasiones resulta difícil acoger y desanudar. En este espacio será fundamental el vínculo de confianza que se establezca con la persona que sea escogida como Doula para acompañar el proceso de la madre.
Te ha sucedido o conoces a alguien que haya tenido una experiencia similar y tenga más preguntas al respecto, déjanos tu comentario.