El caos es para ordenarse…

EL CAOS ES PARA ORDENARSE
 

Todo cambio está precedido por un caos, pero uno que debe ser diferenciado de la confusión. De hecho, desde la filosofía oriental, esta última es concebida como un veneno para la mente, pues refiere a una falta de claridad que nos perturba, que no nos permite comprender nuestro lugar en el mundo acorde a nuestros deseos y que, por lo tanto, no permite que actuemos orientados. En cambio, cuando hablamos de caos nos referimos a un estado disgregado con posibilidad de transformación; podemos imaginarnos a un niño jugando, regando todas sus fichas en el espacio, cambiando los objetivos del juego, adicionando reglas ocasionalmente o invitando a otros a unirse, etc., pero en estos actos, él/ella propone unas dinámicas que narran una historia llena de sentido. Es decir, el niño desordena para ordenarse, para darle un significado a lo que hace, así mute momento a momento.

 

Cuando pasamos por procesos de cambio como, por ejemplo, una mudanza de casa, un traslado de ciudad o de país, o incluso un viaje corto o largo, estamos viviendo un caos porque desordenamos nuestro espacio, sacamos la ropa del closet, la escogemos acorde a lo que demanda la situación, despojamos nuestra biblioteca de todos sus libros, etc., para luego, ordenarlo todo nuevamente en cajas, maletas, bolsas, hasta reubicarnos en un nuevo lugar y restructurarlo todo.

 

Es importante comprender el caos como parte de la vida, no temerle y acogerlo. El cambio es inherente al mundo y al ser humano, por lo que estamos en posición de vivir procesos que impliquen movilizarnos, a veces de maneras más notables que otras, pero igualmente, estamos experimentando una constante mudanza tanto a niveles microscópicos, desde nuestras células hasta la piel, como a niveles macroscópicos, desde espacios hasta relaciones interpersonales. Sin embargo, pese a la naturalidad de estos procesos de transformación, vivimos microduelos, sufrimos la pérdida que trae consigo el cambio, la pérdida de la casa que dejamos, de la ciudad de la que partimos, de la relación amorosa que terminamos, del trabajo que soltamos, de las vacaciones que finalizaron, entre muchas otras.

 

Aunque me he referido a sufrimientos naturales de la vida, la psicoterapia ayuda a contener las experiencias emocionales, a través de la escucha y la comprensión de los conflictos internos que se desatan en los procesos de cambio que vivimos. Este camino de autoconocimiento y validación de nuestro sentir y pensar, es en sí mismo un viaje en el que desordenamos las fichas, para luego permitirnos estructurar de nuevo nuestro estado mental, nuestro mundo interior……El caos es para ordenarse.

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