La más reciente película animada de Disney, llamada Encanto, nos sumerge en la cotidianidad de una familia llena de poderes mágicos, ubicada en un rincón del altiplano Colombiano. Si observamos detalladamente, Encanto va más allá del realismo mágico de nuestra tierra y nos ofrece una historia basada en el trauma familiar y la posibilidad del cambio. Es una película sobre la salud mental, en la que una joven mujer decide hacer frente al trauma familiar por medio de la valentía, el amor y la reparación.
Al comienzo Mirabel parece una chica desafortunada porque, a diferencia de sus demás familiares no ha recibido ese “don” mágico propio los Madrigal, sin embargo, veremos con el tiempo que su situación no es lo que parece. Y es que la cuestión cambia de perspectiva cuando observamos realmente a que se refieren con “don” o “poder mágico” que cada uno tiene y cuál es su origen en medio de la historia familiar.
Como vemos al inicio de la historia, la vela mágica llega a manos de la abuela, como consecuencia de un trauma familiar, esto es, la muerte del abuelo y el desplazamiento forzado por la violencia que termina por acabar con la unión familiar. Esto lleva consigo un duelo doloroso para la abuela, que vive con el temor permanente de perder de nuevo a su familia. Lo que vemos con el desarrollo de la película es que la abuela es la portavoz de ese trauma, es decir que, debido a la pérdida de su esposo y al dolor que esto ha traído, ella configura las dinámicas de la familia: determina lo que se puede y no se puede decir, lo que se debe y no se debe hacer, lo q es y no es permitido, para qué y cómo deben usarse los “dones” y definitiva que corresponde a no para ser un Madrigal. Dicho de otra forma, su dolor y su preocupación de que el trauma se repita, alimenta el síntoma de los demás miembros que giran en torno a sus deseos y preocupaciones.
En el caso de la tía Pepa cuyo estado emocional afecta el clima, encontramos también un malestar asociado a su “don”, ella siente constantemente la demanda de parte de la abuela y los demás familiares, por mantener siempre su buen humor. Todo el tiempo le están pidiendo que no se enoje, que se calme, que no se altere, que no reaccione, que esté de buen humor y mantenga siempre una sonrisa, como si la felicidad de la casa dependiera de ella. En el fondo, Pepa siente la presión de que siempre tiene que estar feliz para que los demás estén felices.
Luego, tenemos a la mamá de Mirabel, quien con sus deliciosas comidas mágicas se encarga de que todos estén felices, es decir que su forma de lidiar con el dolor de la familia ha sido convertirse en la proveedora del alimento para todos. Ella usa la comida mágica como un medio para demostrar su amor por los demás, tratando de curar los dolores y manteniendo a la familia unida en la mesa.
El caso de la hermana Isabella es bien interesante, pues representa la feminidad perfecta, la belleza física, y es la chica “de mostrar”, sin embargo cuando vemos en detalle, notamos de nuevo que es la empatía y el acercamiento de Mirabel quien logra escuchar su malestar, porque nadie nunca la ha escuchado. Isabella confiesa que ha tenido que convertirse en “la niña hermosa y perfecta” de la abuela, aquella escogida para casarse con un hombre de buena familia y preservar el linaje de los Madrigal. Esto lleva una enorme presión para Isabella porque no quiere asumir el matrimonio “arreglado” y porque muchas veces no quiere servir, con su belleza, a los intereses de los demás. Ser la niña “de mostrar” es una bendición y un castigo a la vez.
Por último, encontramos al tío Bruno, y recordemos que: “No se habla de Bruno”. Parece más bien que Bruno representa a ese personaje de la familia que es capaz de ver la verdad de lo que ocurre, y las implicaciones del trauma familiar. De alguna manera diríamos que es brutalmente honesto y por ello no es tolerado por la abuela, y termina por exiliarse. Su honestidad suele revelar aquello que está detrás de la magia y revelar las emociones verdaderas y los acontecimientos que caen bajo la negación.
Entonces, ahora que lo pensamos con claridad, ¿realmente podríamos decir que Mirabel no tiene ningún poder mágico? Por el contrario, me atrevería a decir que Mirabel es realmente la única persona en la familia, junto con Bruno, que tiene un verdadero poder mágico, y es el de romper el ciclo del trauma. Mirabel no nace con un “don” otorgado por la vela mágica, justamente porque es la nieta llamada a romper el síntoma familiar que ha pasado de generación en generación, es quien rompe el ciclo. Mirabel no tiene “don” porque no construye su personalidad en torno al trauma, sino que por el contrario, se convierte en la persona que es para salir de este.
Veamos entonces las características de Mirabel: es una mujer intuitiva, sensible, que puede leer entre líneas, que se atreve a ir a la alcoba de Bruno sin miedo a descubrir el secreto familiar. Es una chica amable, que escucha, que es empática con el dolor de los demás, y que es suficientemente fuerte para cuestionar el “milagro” de la vela, es decir, para cuestionar el origen del trauma familiar. Con su valentía se enfrenta a la abuela, que es algo que nadie se había atrevido a hacer antes, y con ello abre la caja de pandora: nos muestra que es el dolor de la abuela lo que ha originado el entramado familiar.
Luego de verse fuertemente confrontada por Mirabel, la abuela se aproxima a ella, y en un tono muy diferente al esperado, abre su corazón y comparte con ella su inmenso dolor. En lugar de reprenderla, o expulsarla de la familia, la abuela relata detalladamente el suceso traumático y la historia de su propio dolor, un dolor que en el fondo nunca fue sanado y que como consecuencia la ha obligado a mantener unidos a los Madrigal bajo el pesado yugo de la magia. La abuela reconoce que, sin darse cuenta quizá, ha configurado a su familia en torno a los “dones” de sus hijos y nietos, y ha exigido de ellos todo lo humanamente posible para que el el trauma no re-aparezca, esto es: que la familia se desintegre y que se queden sin un lugar donde vivir. Al reconocerlo, la abuela se da cuenta que los “dones” no son tan mágicos como parecen y que han traído a su paso un desasosiego para todos, un malestar del que nadie se atreve a hablar pero que está allí en el aire. El malestar causado por los “dones” es parte del secreto familiar.
Mirabel logra, con mucha valentía y al mismo tiempo con humildad, que su abuela reconozca su participación en el síntoma familiar y que se abra a la posibilidad de romperlo a través del amor y la consideración. El gran poder de Mirabel es la inteligencia emocional enmarcada en el amor hacia su familia.
Si crees que los traumas familiares se pueden transformar a través del amor, déjanos saber en los comentarios…